La parábola más aterradora de la Biblia

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Published: 1 de abril de 2024 | Maoz Israel Reports

Mateo 25: 31-46

De todas las parábolas que Yeshúa contó mientras estuvo en la tierra, la parábola de las ovejas y las cabras me parece la más inquietante, y he aquí por qué. Yeshúa describe el día en que todos estaremos ante el Señor y se tomarán las decisiones finales sobre dónde pasaremos la eternidad. 

En primer lugar, aunque Yeshúa comparte muchas parábolas alegóricas, ésta parece ser totalmente literal. La única parte metafórica de la parábola es el concepto de separar a la gente en dos grupos que se describen como ovejas y cabras.

En la parábola, Yeshúa explica que la forma en que las naciones Lo trataron cuando tuvo necesidad es un factor decisivo para que Él los considere Suyos, o los agrupe con «el diablo y sus ángeles». Al principio parece sencillo. Sabemos que si caminamos por la senda de Dios en relación con Él se nos promete la vida eterna con Él, pero si vivimos en la maldad, nos separaremos de Él.

La parte más aterradora de esta parábola es la respuesta tanto de las ovejas como de las cabras cuando se les dice a dónde van y por qué. Cuando Yeshúa les explica qué acciones de su vida le importaban a Él, ambos grupos se muestran igual de desconcertados sobre cuándo hicieron o dejaron de hacer aquello de lo que Yeshúa habla. Entonces Él les responde: «Cuando lo hicieron o no lo hicieron con estos, los más pequeños de mis hermanos y hermanas, Me lo hicieron o no Me lo hicieron a Mí». 

La parábola parece tan sencilla que resulta difícil de aceptar. Quizá por eso, durante siglos, el cristianismo que se había puesto en contra del pueblo judío interpretó que significaba simplemente ayudar «a quien lo necesitara». Como la Iglesia ha perdido la conexión con las raíces históricas de su Salvador, esta interpretación prevalece incluso hoy en día. Después de todo, seguramente, algo tan simple como la forma en que uno trata a los judíos no puede influir en que lleguen al cielo o no. Sin embargo, Yeshúa no dijo «el más pequeño de la humanidad». Más bien, hablando a las naciones del mundo en la parábola, Yeshúa especificó, «el más pequeño de mis hermanos»: el más pequeño de Su pueblo.
 

Así que la pregunta del millón es entonces: «¿Lo que Yeshúa dice es que la forma en que las naciones traten a Israel será un aspecto importante sobre dónde pasarán la eternidad?». ¿Realmente queremos arriesgarnos a equivocarnos en esto? Después de todo, existen muchos pasajes en las Escrituras que expresan este mismo mensaje. Versículos como Génesis 12:3 y Zacarías 2:8 se hacen eco de lo importante que es para Dios el trato a Israel y del severo castigo que recibirán los que hagan el mal a nuestra nación. 

El hecho de que Dios proteja a su pueblo, Israel, debería ser motivo de alegría para todos, pues Él defenderá a los suyos. Sea como fuere, la conclusión es innegable. Hay algo innegociable en esta parábola para Dios, y Él fue claro en que la ignorancia no es defensa.


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