El Hermano Mayor de Israel

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Por Saleem Shalash según lo relatado a Shani Sorko-Ram Ferguson


Fue un momento muy duro cuando finalmente me admití a mí mismo que, como cristiano, yo lo soy. Yo, como parte de la Iglesia, estoy arraigado en este hermoso don de la vida, pero no me asocie con mi hermano Israel. He acusado a mi hermano y en toda mi superioridad me he negado a entrar en un terreno más íntimo con el Padre.

Me llamo Saleem y nací en Nazaret en 1975 en una familia católica devota. En la cultura árabe, la transmisión del apellido es crucial, por eso mis padres se alegraron cuando mi hermano gemelo y yo nacimos tras cinco hermanas. El sueño de mi padre era que su hijo se hiciera sacerdote. Y así, a los 12 años empecé a servir a los sacerdotes de la catedral católica local.

Saleem y su esposa en su graduación

Serví durante cinco años, llevando la cruz por el pasillo en los servicios y aprendiendo de memoria las rutinas religiosas y la liturgia. Sin embargo, al estar detrás de las escenas en la iglesia, vi la hipocresía de todos ellos. Las personas afligidas, y los conflictos, se trataba sin el amor y el respeto que predicaba desde el púlpito.

Mas, sin embargo, cada semana, independientemente de lo que ocurriera detrás de las escenas, cantábamos las mismas canciones y orábamos las mismas plegarias. Todo giraba en torno a las tradiciones, y no en torno a las personas. Así que a los 17 años dije: «Si esto es Dios, no Lo quiero».

Cuando terminé la secundaria, estudié en la universidad hebrea para convertirme en un agente de viajes diplomado y, finalmente, en administrador hotelero.

Fue durante mi época universitaria cuando mi vida cambiaría para siempre. El 6 de agosto del 1994 fue un día fatídico para mí, cuando me enteré de que Nisreen, una de mis queridas amigas, había muerto en un accidente de carro inesperada. Ella conducía junto a un camión cuando unos enormes tubos de hierro cayeron del camión y rodaron sobre su carro aplastándolo y haciendo que este explotara. Murió calcinada y quemada.

El suceso me dejó hecho trizas. Ambos teníamos la misma edad. Ella era una verdadera creyente en el Señor, así que ¿cómo pudo ser arrebatada su vida así a los 19 años? Fue como si el tiempo y el espacio se detuvieran, y vi mi vida. Me di cuenta de que estaba ocupado persiguiendo mis propios planes de negocio a largo plazo, pero no había ninguna garantía de que alguna vez llegaría a ser lo suficientemente mayor como para cumplirlos. Mi mente se volcó en preguntas profundas sobre la vida después de la muerte. Era la primera vez desde que había dejado la iglesia que volvía a pensar en Dios. Era como si Él me hubiera estado esperando todo este tiempo y tan pronto como volví a reflexionar sobre Él, estuvo listo para hablarme. No sé cómo explicarlo, pero Dios me habló y me mostro que, aunque el cuerpo físico de Nisreen había muerto, su nueva vida acababa de empezar.

Ese día entregué mi vida al Señor y empecé a asistir a una iglesia nazarena local. Me regalaron una Biblia. Al principio, tenía miedo. Siempre me habían enseñado que yo no era lo suficiente santo para sostener una Biblia, y mucho menos para leerla yo mismo. Solo los sacerdotes podían tocar y leer la Biblia, pero era un nuevo día. Así que, decidí que me atrevería a dar el valiente paso de leer este Libro tan significativo. Sin embargo, solo leí el Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento pertenecía a los judíos y yo no quería tener nada que ver con ellos.

En mi afán por ampliar mi comprensión del Evangelio, asistí a una universidad muy conocida entre los árabes israelíes, la Universidad Bíblica de Belén, y obtuve mi diploma universitario. Cuando estaba terminando la carrera, conocí a un hombre que me ofreció una beca gratuita para la Universidad Bíblica de Israel (ICB por sus siglas en inglés) a unos treinta minutos al norte de Tel Aviv. Me encantaba el mundo académico y siempre había trabajado duro para formarme. ¿Cómo iba a rechazar una oferta para hacer una maestría gratis?

Mi entusiasmo se vio truncado al llegar el semestre siguiente y ser recibido por 12 pastores árabes y 12 pastores judíos que estudiarían conmigo. Me enfadé mucho. En el plano político, siempre había asimilado los medios de comunicación árabes que me enseñaban a odiar a los judíos. Y en el plano teológico, siempre me habían dicho que los judíos crucificaron a mi Salvador. No quería tener nada que ver con ellos. En mi mente nunca hubo ninguna conexión entre el amado Israel de la Biblia y el pueblo judío con el que vivía en el Israel de hoy.

«¿Van a traer rabinos judíos a estudiar aquí conmigo? ¿Y estos rabinos van a enseñar cristianismo?», pensé furioso. Cuando me explicaron que eran judíos creyentes en Yeshúa, no podía entender que existiera tal cosa, pero accedí.

Sin embargo, incluso después de un año de estudiar con ellos, seguía sin sentir afecto por mis compañeros judíos. Al final del año académico, le preguntaba al Señor: «¿Por qué me has traído aquí?». Fue durante un tiempo de silencio que estaba pasando con el Señor que Su respuesta se reveló ante mí mientras leía la Parábola del Hijo Perdido.

Reflexioné sobre la historia mientras la leía varias veces haciéndome una lista de preguntas: «¿Quién es el hijo perdido de la parábola?». Esa era la más fácil: debe ser el pueblo judío. Tuvieron su oportunidad y abandonaron a Dios.

 «¿Quién es el hermano mayor de la historia?». Esa me resultó un poco más difícil de decidir. Al principio, concluí: «No lo sé, pero en realidad no importa. El hermano mayor no es el centro de la historia».

Aun así, me sentí apremiado a leer la parábola una y otra vez:

El hermano mayor se enfadó y se negó a entrar. Entonces salió su padre y le suplicó, pero él respondió a su padre: ¡Mira! Todos estos años he trabajado como un esclavo para ti y nunca he desobedecido tus órdenes. Pese a eso, nunca me diste ni siquiera un cabrito para que pudiera festejar con mis amigos. Sin embargo, cuando llega a casa este hijo tuyo que ha mal gastado tus bienes con prostitutas, ¡matas para él el ternero gordo!

Cuanto más leía, más empezaba a considerar los pecados expuestos por la airada reacción del hermano mayor, que hacían que sus transgresiones fueran peores que las del hijo perdido que se había marchado y había vuelto humilde a casa; encontré siete.

  1. 1. «Todos estos años», exclamó el hermano mayor, contando sus años de servicio a su padre, igual que los esclavos cuentan sus años de servicio antes de ser liberados.
  1. 2.   «He trabajado como un esclavo para ti». Presentaba sus actividades mientras vivía en la casa de su padre como si estuviera haciéndole un favor a su padre en lugar de sentirse honrado de servir.
  1. 3.   «Nunca he desobedecido tus órdenes». Muestra su actitud de arrogancia espiritual y de superioridad.
  1. 4.   «Nunca me diste ni siquiera un cabrito». Sentía como si viviera como un pobre en la abundancia de la casa de su padre.
  1. 5.   «Para celebrar con mis amigos». Se sentía incapaz de encontrar alegría y satisfacción en compañía de amigos en casa de su padre.
  1. 6.  «Tu hijo —Y no— mi hermano». Se desvincula y no se asocia con su propio hermano.
  1. 7.  «Mal gasto tus bienes». Acusa y juzga a sus hermanos, en lugar de perdonar como había hecho el Padre.

Esta parábola me abrió los ojos al plantearme de nuevo la pregunta: «¿Quién es el hermano mayor?».

Fue un momento muy duro cuando finalmente me admití a mí mismo que, como cristiano, yo lo soy. Yo, como parte de la Iglesia, estoy arraigado en este hermoso don de la vida, pero no me asocie con mi hermano Israel. He acusado a mi hermano y en toda mi superioridad me he negado a entrar en un terreno más íntimo con el Padre.

Y, sin embargo, la historia me dio esperanza. Me pareció interesante que la parábola tuviera un final abierto. Cada uno debía decidir cómo respondía el hermano mayor a la amable reprimenda e invitación del Padre. ¿Entraría en la casa del Padre y celebraría? ¿O preferiría quedarme afuera?

Mi aversión hacia el pueblo judío era tan fuerte que le dije al Señor: «No puedo hacer esto yo solo; necesito ayuda». De repente, fue como si me quitaran cientos de kilos de cemento de encima y mi corazón gritó: «¡Libero y perdono!». Fue un momento de liberación del odio y me inundó la alegría al darme cuenta de que se me había concedido la libertad de amar.

Fue un momento de asombro y sobrecogimiento para mí cuando comprendí que quería que Israel siguiera formando parte de la historia, porque era la prueba de la fidelidad de Dios. Si Él se cansó de la desobediencia de Israel y optó por la Iglesia, ¿qué seguridad tenía yo de que Dios no se cansaría de la Iglesia, de mis defectos, y pasaría a otra cosa? No obstante, si Sus promesas a ellos eran tan ciertas como las estrellas del cielo, Sus promesas a mí serían igual de inquebrantables.

Saleem comparte la Biblia en una residencia asistida

Saleem comparte la Biblia en una residencia asistida

Después de este encuentro, empecé mi segundo año académico en la ICB. Fue como volver a nacer. Por primera vez, empecé a abrazar toda la Palabra de Dios, incluido el Antiguo Testamento, como parte de mi Biblia. Qué maravilloso fue tener a mi disposición mucho más de la historia de Dios con la humanidad. Podía disfrutar libremente de todo el libro que se me había dado como un regalo de amor y sabiduría para mi vida.

Mientras leía las antiguas historias de mi hermano menor Israel, lo que más me gustaba era encontrar a Yeshúa en los versículos de estos libros del Antiguo Testamento escritos por judíos. Es irónico que solo después de esta experiencia de liberación del odio, cuando estaba por obtener mi segunda maestría, comprendí plenamente el hecho de que el Nuevo Testamento también fue escrito por judíos. Al abrazar a Jesús y leer el Nuevo Testamento, estaba experimentando bendiciones del pueblo judío incluso sin saberlo, y mientras todavía los odiaba.

Más aún, la lectura de las Escrituras ya no tenía que ver solo conmigo y mi relación con Dios, sino con la comprensión del plan de Dios para todos los tiempos, ¡en el que Israel tenía un papel crucial!

Cuando llegó el momento de completar mi doctorado, estudié a través del internet en una escuela en Los Ángeles y fui allí para discutir mi tesis una vez que estuvo completa. Fue una época difícil en la que tenía que organizarme con la familia, los estudios y el ministerio, pero estaba decidido a hacerlo. Estudiaba todas las noches entre las 11 de la noche y las 2 de la mañana y en un año terminé mi tesis, titulada: ¿Cómo influye el conflicto árabe-israelí en la teología cristiana sobre Israel? Me molestaba que una situación política moderna pudiera afectar a nuestra forma de entender a Dios y Su Palabra eterna, pero estaba claro que así era.

Terminé mi tesis con dos preguntas. La primera: «¿Por qué sigue existiendo Israel?». Fuerzas poderosas como los cruzados y los Imperios romano y babilónico se disolvieron en las páginas de la historia. Mientras tanto, este pequeño grupo étnico que había sido despedazado por todo el planeta durante miles de años aquí estaba de vuelta en su tierra de origen, con su lengua y su Libro originales.

Llegué a la conclusión de que no era por lo increíbles que son, sino simplemente porque Dios prometió que así sería y Sus promesas no pueden fallar. Y este es el tipo de Dios al que yo quería servir.

Mi segunda pregunta fue: «¿Por qué decimos que Dios rechazó a su pueblo?, ¿es porque lo desobedecieron?». Sin embargo, «¿somos nosotros mejores?». Sabemos que nadie es digno en sí mismo. Así que en lugar de condenar a la «Nación del Pacto», deberíamos alegrarnos de estar incluidos en un pacto en el que podemos recibir el perdón de los pecados y ser admitidos en la presencia de Dios.

Dado que el término Israel es histórico, espiritual y político hoy en día, sabía que al escribir esta tesis muchos líderes árabes me verían como un traidor (quizá incluso como un espía) por estar al lado de Israel. Por otro lado, los judíos ortodoxos siempre me verían como un árabe, en el mejor de los casos como un ciudadano de segundo nivel y, en el peor, como un terrorista en potencia.

No obstante, a veces hay que ser la oveja negra atrapada entre dos de los grupos de personas más tercas del mundo. Hacía tiempo que rechazaba la idea de ser pastor porque sabía el sufrimiento que con llevaría. Ser pastor en Israel ya era bastante difícil, ya que el mero hecho de vivir en el país lo es. Más complicado aún es ser un pastor árabe que ama a los judíos, pero, por supuesto, eso era exactamente lo que Dios quería de mí.

La iglesia de Saleem hoy

Comenzamos la fundación de nuestra iglesia en nuestra sala como una reunión de oración con siete personas. Creció en un abrir y cerrar de ojos, y sabía que necesitábamos mudarnos. El problema era que tenía miedo de que firmáramos un contrato de alquiler y no pudiéramos pagar la renta y yo terminara en prisión. Durante dos meses ignoré esta orden del Señor hasta que mi esposa vino a verme una mañana y me dijo que había soñado con el lugar al que íbamos a mudarnos. Insistió en que fuéramos de inmediato a verlo, y no hay nada que se le pueda decir a una esposa que quiere que algo se haga de inmediato; al menos no a la mía.

Atravesamos una zona industrial y mi esposa señaló una tienda abierta y dijo: «¡Aquí!». Mientras estábamos en la puerta, la miré y le dije: «¡Eso no fue un sueño, sino una pesadilla!».

El lugar estaba muy deteriorado y lleno de equipos y maquinaria de carpintería. Se necesitaría mucho tiempo y dinero para limpiarlo y renovarlo. «Imposible» y «miserable» fueron las palabras que utilicé para describir la experiencia. Sin embargo, de alguna manera, trabajamos día y noche para desocuparlo y arreglarlo. Se convirtió en la sede de nuestra iglesia, a la que llamamos ‘Hogar de Jesús Rey’ (porque Nazaret era Su ciudad natal). La visión de nuestra iglesia no se limitaba a celebrar servicios en el lugar. Habilitamos espacios para la distribución de ayuda humanitaria y tenemos salas de oración para que los voluntarios vengan a orar por la paz entre árabes y judíos.

Saleem con el alcalde Ronen Plot

Saleem con el alcalde Ronen Plot

Conozca Al Alcalde

Era el año 2020 cuando se produjo el COVID y la nación tenía restricciones estrictas. Era justo antes del tiempo de la Pascua, y mi esposa y yo estábamos sentados en casa cuando de pronto sentí firmemente que el Señor quería que bendijera a Su pueblo. Sabía que hacer cualquier cosa durante los confinamientos de COVID sería complicado, así que le dije al Señor que, si se trataba de Él, yo quería llamar a la municipalidad antes de la hora en que se suponía que debían estar abiertos (a las 8 de la mañana) y que el propio alcalde contestara la línea telefónica principal para hablar conmigo.

Al día siguiente, llamé a las 7:30 de la mañana y alguien contestó. Respondí: «Me gustaría hablar con el alcalde Ronen Plot».

Me dijo: «Habla él».

Estaba tan sorprendido que no respondí de inmediato. Me preguntó: «¿Hola? ¿Hola? ¿Sigue allí?».

Cuando por fin recuperé la voz, le dije: «Soy un pastor árabe y el Señor me ha dicho que bendiga a Su pueblo. Por eso, quiero donar 150 cajas de comida con matza y otros artículos a familias judías para la próxima Pascua».

Ahora le tocaba al alcalde encontrar las palabras para responder.

Cuando por fin lo hizo, me dijo: «No suelo recibir gente en casa debido al COVID, pero quiero que venga mañana por la mañana y nos sentaremos a hablar en mi oficina».

Al día siguiente, fui y hablamos durante más de una hora. Cuando terminó nuestra charla, me llevó a un centro de distribución donde hacen comidas calientes para los necesitados y donde recibirían los materiales que estábamos donando. Estaba tan concentrado en nuestra conversación que no me di cuenta de que el alcalde había invitado al canal de noticias local a filmarlo todo, hasta que esa noche mi amigo me llamó y me dijo: «Hay un artículo en las noticias sobre ti que se llama En los malos tiempos suceden cosas buenas». A partir de ese momento tuvimos muchas oportunidades de ayudar a los judíos, con donaciones de todo tipo – donando todos, desde mantas hasta alimentos e incluso electricidad.

No es raro que los judíos a los que ayudamos nos miren extrañados sin entender por qué, si somos árabes, los estamos ayudando. Hace poco, una mujer judía que huyó de Ucrania me dijo: «Aquí he oído hablar del conflicto árabe-israelí, así que nunca esperé recibir ayuda de un árabe. Perdí a mi esposo en la guerra y sentí una profunda desolación. Sus paquetes de comida son más que comida para mí, me dan esperanza en el futuro de nuestro pueblo en esta tierra».

Saleem en el centro de distribución de la iglesia

Saleem en el centro de distribución de la iglesia

La Opresión de los Cristianos en Israel

Hace treinta años, Nazaret tenía alrededor de un 60-70 % de árabes cristianos, y los musulmanes eran minoría; hoy solo un 25 % son árabes cristianos. Estadísticas similares pueden encontrarse en Belén, que hoy es musulmana en un 97 %. Así que, aunque a los medios de comunicación árabes les gusta pintar una imagen de Israel como la fuente del sufrimiento árabe, al menos para los árabes cristianos, la opresión a menudo proviene de la cultura musulmana dominante.

Aun así, lo cierto es que los musulmanes árabes israelíes viven mejor en Israel que en la mayoría de los demás países musulmanes. Como árabe-israelí, disfruto de libertades que no tendría si viviera bajo la Autoridad Palestina. Tengo amigos que vivían en Cisjordania y Gaza que fueron «desaparecidos» por ser cristianos. Rami Ayyad es uno de los casos más conocidos. El grupo militante Hamás lo secuestró y lo descuartizó por el delito de tener una tienda de libros bíblicos. Eso es algo que muchos extranjeros no entienden cuando se ponen en contra de Israel en apoyo de la Autoridad Palestina. Los cristianos nunca estarán protegidos bajo su liderazgo.

No es una creencia popular entre los árabes porque no nos gusta depender de Israel, pero Yeshúa le dijo al pueblo judío: «No me volverán a ver hasta que digan: “Bendito el que viene en nombre del Señor”». Así que, nos guste o no, la relación de Israel con Dios nos afecta a los cristianos, y como árabe creo que tengo un papel único que desempeñar en la construcción de puentes entre nuestros dos pueblos.


Este artículo es un fragmento de la próxima guía de estudio titulada “Esperanza en Tierra Santa’, que estará disponible próximamente.

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Publicado: 1 de julio de 2023