Noa... Una mujer israelí ortodoxa sigue a Yeshua

Hace unos meses, mi buen amigo Ido, un nuevo creyente en nuestra congregación, tuvo que dar una charla en el marco de un curso que estaba tomando. Durante su discurso, decidió compartir sobre el proceso de liberación que experimentó en Tiferet Yeshua. Aunque no mencionó el nombre de Yeshua, era evidente que algunos del público le pedirían más detalles al final de su discurso.

Noa, visiblemente ortodoxa, se acercó a Ido después de su conferencia y comenzó a hacerle preguntas sobre la congregación y qué quería decir con «liberación». Ido, con alegría, le contó sobre su fe en Yeshúa y la invitó a la congregación.

Noa vino y le encantó aprender sobre Yeshúa. Le encantaron la alabanza y la adoración; es muy diferente a los cantos litúrgicos repetitivos en la sinagoga, donde cada aspecto del servicio se rige por un estricto formato tradicional. Poco a poco, Noa comenzó a comprender que la fe en Yeshúa no era una "importación extranjera", sino una fe firmemente arraigada en el judaísmo, que todos los primeros creyentes eran judíos y que nuestra fe se basa en las Escrituras Hebreas y el Nuevo Testamento, un libro también escrito por judíos.

Noa comenzó un curso de discipulado que dirijo, que profundiza en los fundamentos de la fe en Yeshua, como el sacrificio de Yeshua, el arrepentimiento, las profecías mesiánicas en las Escrituras hebreas, la importancia de estudiar la Palabra de Dios y, finalmente, la importancia de la inmersión en agua.

Curiosamente, Ido participó en algunas lecciones e incluso en el discipulado de Noa. Aunque es un creyente relativamente nuevo, es evidente que Ido tiene un don para la evangelización y el discipulado. Para mí, fue una experiencia muy especial ver a un hombre, que recientemente se había convertido en discípulo, guiar a alguien a la fe en Yeshúa y comenzar a discipularlo. Es importante entender que, para los judíos religiosos, orar significa recitar oraciones escritas en el libro de oraciones llamado Sidur. En el judaísmo ortodoxo, la oración es central e importante, pero no existe simplemente hablar y comunicarse con Dios a través de la oración. Cada oración en el judaísmo ortodoxo está escrita en un formato preestablecido, que determina cuándo y qué se debe rezar a lo largo del día.

Las jóvenes religiosas están exentas de algunas de las oraciones obligatorias que los hombres practicantes deben rezar a lo largo del día. Sin embargo, cada mañana, al despertar, Noa recitaba la oración "Modeh Ani", en agradecimiento a Dios por despertar en paz. Después de cada comida, Noa rezaba "Tfilat Mezuman", agradeciendo a Dios por la comida. Existen muchas más oraciones obligatorias prescritas en el judaísmo, algunas de ellas profundamente hermosas, pero ninguna surge de un clamor personal y espontáneo a Dios.

En Tiferet Yeshua, Noa conoció un tipo diferente de oración, una que nunca antes había experimentado, pues solo leía oraciones prescritas de la página. A Noa le encantaba cómo orábamos en la congregación, pero al principio no lograba orar espontáneamente. Sin embargo, todo cambió durante uno de nuestros servicios, hacia el final del sermón de ese día. Toda la congregación se dividió en pequeños grupos para orar sobre diversos temas y también para orar unos por otros. Noa estaba en uno de los grupos y disfrutó mucho escuchando las oraciones espontáneas y personales que hacían los de su grupo. Cuando llegó su turno, simplemente abrió la boca y, por primera vez en su vida, comenzó a orar con un corazón rebosante de amor. ¡Estaba rebosante de alegría porque Dios le había dado la capacidad de orar con el corazón!

¡Alabado sea Dios! ¡Un israelí más sabe cómo pedir al cielo!

La semana pasada fuimos al río Jordán, cerca de Tiberíades, donde Noa sería sumergida. Estaba muy emocionada por este día tan especial. Ido nos acompañó en dos autos llenos de testigos. Era importante que Ido sumergiera a Noa conmigo, ya que fue él quien la guió hacia Yeshúa. Le explicamos a Noa que, al sumergirnos, nos identificamos con la muerte de Yeshúa, lo que significa la muerte del viejo hombre, con todas sus lujurias y deseos pecaminosos. Y, al salir del agua, nos identificamos con la resurrección de Yeshúa (Romanos 6:6) y comenzamos a vivir, por el poder del Espíritu Santo, una nueva vida (Romanos 6:4).

Noa proclamó que dedicaba su vida al Mesías de Israel, Yeshúa. Agradeció a Dios por su nueva salvación y se sumergió en el agua. Fue un momento poderoso y sagrado, y la presencia del Espíritu Santo fue realmente fuerte durante su inmersión. Dios nos llenó de alegría, lo cual fue una señal de lo feliz que estaba de que esta "hija de Sión" hubiera decidido seguir sus caminos. Cantamos y oramos juntos y regresamos a Tel Aviv con gran alegría y paz en nuestros corazones.