Cuando crecí en Brasil, a mi madre le gustaba la magia negra. Cuando yo tenía ocho años, sus amigos satanistas consideraron que yo no era respetuoso con sus ídolos y escondieron explosivos en una mezcla de incienso para que me estallaran en la cara. Cuando se disipó el humo, no se me chamuscó ni un pelo. Sabía que era Dios quien me había protegido. Por eso, cuando oí el Evangelio por primera vez diez años después, creí inmediatamente.

"Para mí es importante subrayar la importancia de IStandwithIsrael. La vida en Israel es muy dura por el alto coste de la vida y muchas otras razones. Esta organización da esperanza y ayuda a la gente que no tiene a nadie más a quien acudir. Rezo para que Dios os bendiga el doble de lo que me habéis bendecido a mí. Sin vosotros no habría podido salir de la difícil situación financiera en la que me encontraba. Ahora puedo empezar a vivir mi vida de nuevo".

Pasé 3 años en la escuela bíblica y luego conocí a mi marido Yossi. Juntos tuvimos cinco hermosos hijos y en 2001 hicimos Aliyah a Israel.

La vida en Israel era mucho más difícil de lo que habíamos soñado. El idioma era difícil, así que solo podía encontrar trabajos con el salario mínimo. Los niños eran pequeños cuando llegamos y enfermaban a menudo. Pero fue cuando a nuestro hijo Marcus, de nueve años, le diagnosticaron epilepsia cuando la vida empezó a desmoronarse.

Estábamos abrumados por la cantidad de cuidados que Marcus necesitaba, además de todas las facturas médicas que ello conllevaba. Yossi no pudo soportarlo y empezó a desaparecer, y yo empecé a oír que debía dinero. Antes de que me diera cuenta, debíamos 100.000 shekels (28.000 dólares) por cosas de las que yo no sabía nada. Después de 28 años de matrimonio, me enteré de que Yossi se había acostado con otra mujer. Mis hijos ya no lo querían en casa.

Se fue, y cuando se fue me robó la chequera. Hizo cheques enormes a mi nombre, así que ahora, además de las facturas médicas de mi hijo y las deudas de Yossi, yo tenía que cubrir esos cheques. La batalla legal que siguió a nuestra separación fue cara y agotadora, pero al final el juez falló un poco a mi favor y me ordenó pagar sólo 23.000 shekels (6.500 dólares) de la deuda total.

Aún así, soy una inmigrante de 56 años y madre soltera con tres hijos todavía en casa. Estaba muy desanimada pensando que pagaría sus deudas el resto de mi vida.

Mi congregación intentó ayudarme, ya que pagué sus deudas durante dos años. Incluso solicitaron ISWI para mí. Que Dios bendiga el día en que recibí la noticia de que ISWI cubriría el resto de la deuda. Ahora, tengo paz mental y corporal. ¡Puedo dormir por la noche y tengo esperanza de nuevo!


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