"¿Son nuevos? ¿Y nos los dejáis aquí?", preguntaron los niños con asombro en los ojos. Les habíamos traído juegos de mesa, docenas de nuestros favoritos, para que hubiera suficientes para los 280 niños huérfanos y en situación de riesgo que viven allí. Estaban extasiados. Cualquiera diría que les habíamos comprado ordenadores y zapatillas Nike.

Aunque I Stand With Israel ayuda a fortalecer a los creyentes de diversas maneras, el cuidado de las viudas y los huérfanos es la razón principal por la que se fundó ISWI. Por ello, siempre buscamos oportunidades para servir a los desfavorecidos de Israel. Así, cuando las visitas a los hospitales quedaron descartadas debido a las restricciones de COVID, encontramos la Aldea de los Niños, que acogió nuestras visitas en grupo con los brazos abiertos.

La Aldea de los Niños se fundó en 1943 para ayudar a cuidar a los niños separados de sus familias o huérfanos del Holocausto. Desde entonces se ha ampliado, añadiendo un refugio de emergencia para mujeres, un centro de crisis para chicas adolescentes, un centro de asesoramiento para familias en situación de riesgo y una docena de hogares familiares que pueden prestar atención personalizada a algunos de los casos más difíciles.

La primera vez que fuimos, el director nos dijo que, debido al COVID y a los cierres, los niños llevaban más de un año sin recibir visitas. Nuestro equipo, que había ido a pasar un rato con ellos y a llevarles un poco de alegría, regresó a la vez eufórico y desconsolado. La mayoría de los niños están allí por orden judicial, pues los han sacado de hogares donde sus madres drogadictas los descuidaban, sus padres alcohólicos abusaban de ellos e incluso sus propios padres los torturaban. Fuimos a darles amor y ellos nos devolvieron mucho más amor, en gran parte gracias a los dedicados cuidadores que han convertido en misión de su vida devolver la salud a jóvenes corazones heridos.

A pesar del dolor, las historias de éxito que salen de este lugar son increíblemente alentadoras. La aldea presume de una lista de miles de graduados que han seguido una vida sana y exitosa: enfermeros, médicos, profesores y directores de empresa. Hace poco se graduó un joven etíope que ahora estudia Derecho. Tampoco es raro que los graduados vuelvan a trabajar en la aldea para ayudar a curar a la siguiente generación de niños abandonados.

"Si no me hubieran traído a este hogar infantil, me estarían entrevistando en algún callejón oscuro. En cambio, he terminado el bachillerato, he aprendido a tocar un instrumento con excelencia y me han aceptado en la prestigiosa orquesta de las FDI", compartió Gabi, también recién graduada.

El tiempo de calidad suele ser más valioso para los niños que el dinero, así que por eso no nos limitamos a dejar los juegos de mesa, sino que pasamos el día entre el fútbol y los Colonos de Catán. Como suele ocurrir, sentimos que recibimos más de ellos que ellos de nosotros y estamos agradecidos por la invitación abierta para que sigamos formando parte del cuidado de los huérfanos de una manera práctica, tal y como el Señor nos instruyó.


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