Maoz Israel Report July 2021

Haz el intento y compruébalo

Seis historias de IStandwithIsrael

Cada año, los colaboradores de "I Stand with Israel" son la fuerza detrás de cientos de historias vigorizantes y desgarradoras de vidas que han sido transformadas. Haz el intento y verás que el Señor es bueno mientras lees seis de estas historias.


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IStandwithIsrael, una iniciativa que comenzó hace veinte años, se trata de rescatar las vidas de las personas que van por un camino para colocarlas en otro completamente diferente, en uno mejor. Ya sea que hablemos de sacar a alguien de un pozo de deudas del que nunca podría salir en condiciones normales, de brindar asesoramiento legal contra la injusticia religiosa, de atender necesidades médicas o de invertir en la educación, la vivienda o los emprendimientos comerciales de un joven, IStandwithIsrael se trata de lograr un cambio que será importante dentro de diez años o incluso de toda una generación.

Como siempre, los nombres y la información personal muchas veces se modifican para proteger de la persecución a nuestros creyentes y sus emprendimientos, pero sus historias tan estimulantes y desgarradoras son muy reales. 

Por ejemplo, la historia de Nara, una madre soltera de dos pequeños y dueña de un popular restaurante etíope al sur de Israel. Por «popular» nos referimos a antes de que llegara el COVID. El restaurante (en la foto de arriba) atraía a muchos vecinos y turistas, y sus ganancias eran más que suficiente para mantener económicamente a ella y a sus hijos. Sin embargo, el año pasado se prohibió la apertura de restaurantes en Israel, aunque el alquiler y otros gastos del negocio continuaron. Ahora que en nuestro país se han levantado las restricciones del COVID, el negocio está volviendo a prosperar. En este momento, Nara podría emprender el camino de reconstruir su negocio mientras carga con las deudas de un año o, con la ayuda de IStandwithIsrael, ese peso financiero podría aliviarse y ella podría hacerse cargo de su negocio desde un lugar de fortaleza y estabilidad.

Todos los años, los colaboradores de IStandwithIsrael son el motor detrás de los cientos de historias de vidas cambiadas, como la de Nara. Haz la prueba y comprueba que el Señor es bueno.


1: Jonathan

Soy pastor de la congregación Kerem El desde hace casi seis años, pero hace unos tres años mi corazón empezó a conmoverse por algunos de los jóvenes más pequeños de nuestra congregación que no tenían una figura paterna en su vida. Yo crecí sin un padre en casa, pero solo de adulto pude comprender lo que me había perdido, y no quería que ellos también se vieran privados de esta necesidad fundamental.

Todo sucedió de forma bastante orgánica. No es que hayamos planificado un programa ni nada parecido. La idea no era tan solo sentarse y enseñarles; si iba a ser como un padre para ellos, debía hacer cosas que un padre haría con sus hijos. Por eso, comenzamos a pasar tiempo juntos y jugábamos a la pelota o a los bolos. En el transcurso de estas actividades, los niños empezaron a sincerarse conmigo y pasamos muchas horas hablando de temas importantes de la vida.

El año pasado, me di cuenta de que se acercaba su Bar Mitzvah. En la cultura judía, se trata de un hito importante de la mayoría de edad porque que se considera que los muchachos están a punto de convertirse en adultos. Tradicionalmente, hay una ceremonia en la que son bendecidos por su familia y sus líderes, y se los considera responsables de sus actos ante el Señor.

En nuestro deseo de hacer que este evento sea lo más memorable posible para ellos, decidimos elaborar una lista de desafíos que tendrían que superar, desde cómo cambiar un neumático, atar una corbata, cocinar una comida, manejar correctamente una pistola de aire comprimido y realizar reparaciones básicas en la casa. Para estas tareas, les pedimos ayuda a hombres de la congregación que compartirían cada uno sus conocimientos. Después de ese aprendizaje, debían demostrar que dominaban la técnica. A continuación, tras algunas instrucciones, invitábamos a sus madres a una cena para que los jóvenes pudieran mostrar lo que habían aprendido sobre los modales y el trato que se le debe dar a una dama.

Cuando terminaron, se los premió con una estadía de varios días en la ciudad más meridional de Israel, Eilat. Allí, visitaron varias atracciones emblemáticas, como bucear en el mar Rojo con delfines y caminar por el paseo marítimo.

El viaje fue todo un éxito y sirvió para acercar a los muchachos aún más a nosotros y al Padre que tanto intentamos imitar. El presupuesto de nuestra congregación no habría podido cubrir un viaje así. Agradezco que IStandwithIsrael haya captado la visión y se haya unido a nosotros para hacer del Bar Mitzvah de estos jovencitos una experiencia digna de ser vivida. Además, espero y oro para que la visión de los padres espirituales que educan a los niños sin padre se extienda a las congregaciones de todo el país.


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2: Naomi

Naomi, una inmigrante rusa, tiene un sorprendente grado de alegría para alguien que ha luchado tanto en su vida.

Naomi y su esposo Oleg tuvieron tres hijos antes de que él abandonara a la familia por una vida de drogas y alcohol, y se fuera a vivir con otra mujer. Antes de marcharse (y mientras Naomi visitaba en el extranjero a su madre enferma), Oleg decidió emprender un «proyecto de renovación» en su apartamento y destrozó todas las paredes y los muebles que tenían.

Pese a todo, ella siente que su historia merece la pena contarse por la forma en que Dios la ayudó. Los miembros de su congregación se hicieron cargo de restaurar completamente las paredes y de equipar su hogar con muebles nuevos.

Sin embargo, hay un día del que ni siquiera ella puede hablar sin que se le estruje el corazón: ese día fue el 1 de marzo de 2016.

Inició como cualquier otro día, con ella yendo a su trabajo en la tienda de zapatos Gali y regresando a casa. Su entonces marido había salido a beber, pero había vuelto al hogar para ayudar a su hijo con un examen de matemáticas que tenía al otro día. Su hija, Shirel, la menor de los tres hijos, tenía muchas ganas de ir a la tienda de caramelos de enfrente. Entonces, Oleg se ofreció a llevarla, y, finalmente, Naomi cedió.

A los pocos minutos, escuchó el chirrido de los neumáticos y el sonido del impacto. Cuando Naomi llegó a la altura de la calle, ya habían llamado a una ambulancia y alguien le estaba practicando la reanimación cardiopulmonar a Shirel. La habían atropellado al cruzar la senda peatonal y, como consecuencia, había sufrido una grave lesión en la cabeza.

En la sala de urgencias, los médicos dijeron que la niña no tenía respuestas neurológicas y que nunca volvería a respirar por sí misma. Solo uno de los médicos les dijo que había algo de esperanza si la trasladaban a otro hospital. Naomi aceptó el traslado y, a pesar de la catarata de emociones, sintió al Señor cerca, que la consolaba.

Tras tres días de pruebas, los médicos del segundo hospital estaban convencidos de diagnosticarla con muerte cerebral cuando uno de ellos insistió en que había indicios de respuestas cerebrales cerca del ojo izquierdo. Naomi se aferró a esa noticia y le dijo con valentía al médico: «¡Tendrá más respuestas!».

En cuestión de días, Shirel pudo volver a respirar por sus propios medios. Pasó varios meses en el hospital y luego en un centro de rehabilitación. Poco a poco, su cerebro comenzó a curarse. Justo cuando Naomi se alegraba de las mejoras de su hija, a ella misma le diagnosticaron cáncer. Los médicos le dijeron que, aunque era incurable, se podía tratar. Si aceptaba someterse a un tratamiento específico (durante el resto de su vida), podían evitar que la enfermedad siguiera avanzando. Naomi aceptó y, por lo que a ella respecta, Dios ha sido bueno con ella porque su tratamiento no la debilita y todavía le quedan fuerzas para cuidar de su hija.

Hace aproximadamente un año, Shirel fue dada de alta, y si bien los médicos afirman que nunca volverá a caminar ni a hablar, su capacidad para interactuar ha sorprendido a los expertos. Con su hija en casa, el mayor reto era trasladarla de un lado a otro. Ya estaba lo suficientemente bien como para volver a ir a la escuela, pero Naomi no tenía forma de llevarla en su silla de ruedas. Los vehículos en Israel son increíblemente caros, pero los vehículos con capacidad para discapacitados son algo casi imposible para el israelí promedio. Por suerte, los servicios médicos del gobierno se ofrecieron a cubrir el ochenta por ciento del valor del coche, pero aun así tenía que reunir decenas de miles de dólares.

IStandwithIsrael había conocido a Naomi el año pasado gracias a la congregación a la que ella asiste, cuando estaban repartiendo fondos de emergencia para comprar alimentos durante el confinamiento por la pandemia. Sin embargo, cuando el equipo de ISWI se enteró de la difícil situación por la que ella atravesaba, volvió a contactarla para informarle que habían aprobado el saldo restante para comprar el vehículo especializado. Naomi respondió con lágrimas de alegría.

«Fue como si se desencadenaran explosiones de alegría en mi mente. Simplemente lloré por lo bueno que es Dios. Ahora puedo llevarla al colegio todos los días y a veces la llevo a la playa. Shirel acaba de cumplir doce años y veo pequeñas mejoras todo el tiempo. Estoy enormemente agradecida por tenerla en mi vida y no he perdido la esperanza. Sigo orando para que llegue el día en que ella pueda volver a jugar, pero sueño con el día en que la escuche decir la palabra Ima (mami)».


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3: Los sonidos de la paz

Si vives en el sur de Israel, jamás te faltarán cohetes volando por tus cielos. La mayoría de los habitantes de las ciudades cercanas a Gaza tienen apenas quince segundos para encontrar refugio cuando suena la sirena de Código Rojo (incluso las localidades más alejadas, como Jerusalén y Tel Aviv, solo tienen noventa segundos). La amenaza constante de una explosión a tan solo quince segundos de cualquier momento ha causado estragos en los residentes de ciudades que solían ser tan pacíficas que sus casas ni siquiera contaban con refugios antibombas. Hoy en día, la mayoría de la población, en especial los niños, sufre algún nivel de trastorno de estrés postraumático. Aun así, se niegan a cederles sus hogares a los terroristas.

Más de una década atrás, uno de estos cohetes de Hamás cayó cerca de un israelí llamado Yaron. Herrero por pasión, comenzó su aventura fundiendo los cohetes con el propósito de convertirlos en una serie de símbolos de paz como esculturas y joyas. Hace tiempo que apoyamos su trabajo y nos encanta regalar sus creaciones. Desde entonces, sus obras se han expuesto en muchos lugares distinguidos, como la sede de la ONU y otros edificios gubernamentales y culturales internacionales.

Justo antes de la pandemia, Yaron nos escribió y compartió con nosotros sus últimas ideas. Estaba diseñando instrumentos musicales hechos con cohetes. Quería colocar estos instrumentos en distintas áreas de juego para que los niños (y los adultos) a los que se les disparaba pudieran experimentar la victoria que supone hacer música con esos cohetes el día después.

Supimos al instante que queríamos financiar el proyecto. Mientras sigue en pie la promesa de que las espadas se convertirán en arados cuando la guerra deje de ser una amenaza, convertir los cohetes y misiles en instrumentos musicales sería nuestra declaración preventiva de adoración ante el Señor.

Los instrumentos —que incluyen dos tambores de acero, un xilófono y una lira con una forma similar a la que habría tocado el rey David (especialmente diseñada para tocar las notas del himno nacional de Israel)— se instalaron en el centro de rehabilitación Hosen para quienes sufren de TEPT, en la ciudad de Ascalón. El centro brinda a todos los residentes de los alrededores tratamientos gratuitos para superar el trauma y a menudo se aboca a la terapia preventiva a fin de preparar a los sectores más vulnerables de la sociedad para cuando inevitablemente se vean bajo alguna amenaza. Esto hizo que el centro Hosen fuera un lugar perfecto para colocar las armas ahora convertidas en instrumentos de colores brillantes.

Cuando llegaron los instrumentos, los niños hacían fila para tocarlos. Y durante esta última ronda de disparos de cohetes, cuando Ascalón recibió más de mil cohetes en un lapso de menos de dos semanas, el consejero contó que hubo momentos en los que los niños tocaban los instrumentos mientras a lo lejos se oía el sonido de las explosiones de la Cúpula de Hierro que interceptaba dichos cohetes. Los Sonidos de la Paz son una demostración divina de la confianza del pueblo judío en que, gracias a su Dios, siempre existirá un día después.


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4: Marina

Marina es una estudiante de la universidad de arquitectura de Haifa. Emigró con su familia en 2008 y llevaba una vida normal, hasta que un acontecimiento lo cambió todo. Cuando estaba en el undécimo grado, patinaba cuesta abajo y chocó con una parada de autobús. El impacto le destrozó la mandíbula superior e inferior, además de varios dientes.

El equipo médico hizo un gran trabajo al reconstruir su rostro. No obstante, cuando ella entró en el ejército, empezó a tener complicaciones de salud, y los médicos llegaron a la conclusión de que su mandíbula había crecido y, por lo tanto, se debía reconstruir de nuevo.

Por desgracia, esta vez la cobertura de salud pública israelí no cubriría el tratamiento. Cuando el pastor de Marina se enteró de su situación, le sugirió solicitar ayuda a IStandwithIsrael.

«Quedé en verdad sorprendida cuando supe que me habían aprobado. Ya empecé el tratamiento, aunque tardaré en completarlo. Pero estoy muy contenta de poder afrontarlo y no interrumpir mis estudios. Sinceramente, no sé qué habría hecho si ustedes no hubieran aparecido».


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5: Sarah

SSarah y Alex se conocieron hace quince años. Ella era voluntaria en un centro de rehabilitación, y él era uno de los pacientes. Durante esa época, Alex llegó al Señor y se graduó del programa. Poco después, se casaron y comenzaron a servir en una congregación local. Tuvieron dos hijos y, con el paso del tiempo, ya que ambos tenían trabajos estables, Alex decidió que debían comprar un apartamento.

Entonces llegó la pandemia, y con ella los largos confinamientos. El aislamiento y la soledad que se convirtieron en una parte tan importante de la experiencia del COVID desencadenaron que Alex comenzara a beber sin control. Bebió tanto que acabó en el hospital con daños en los órganos. Sarah lo visitó para orar con él y logró que llegue a arrepentirse ante el Señor. Al día siguiente, los médicos decidieron inducir el coma para que su cuerpo pudiera descansar y curarse sin dolor. Sin embargo, días después, cuando desconectaron los fármacos que lo mantenían en ese estado, Alex no se despertó. Los médicos le hicieron pruebas y descubrieron que la causa era que una bacteria había infectado su sangre.

Por alguna razón, el tratamiento de esta bacteria requería la aprobación adicional de la familia extendida del esposo, pero la familia se negó a dar su consentimiento hasta que fue demasiado tarde, y Alex falleció.

Incluso mientras Sarah procesaba todo lo que significaba ser viuda, tenía necesidades inmediatas de las que ocuparse en su hogar, entre ellas un problema de tuberías y una gotera en el techo que había que solucionar antes de las lluvias. IStandwithIsrael entendió que la necesidad más apremiante era asegurarse de que Sarah y sus hijos tuvieran algo de calma frente a la tormentosa situación que se vivía en casa, y cubrir el costo de las reparaciones era una forma muy práctica de fortalecerlos en este difícil momento. 


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Credit: Shutterstock/Levy


6: Dani

Mis familiares llegaron a Israel en 1995, casi diez años antes de que yo llegara aquí con mi madre y mis dos hermanos menores. En los años ochenta, ellos tuvieron que caminar desde Etiopía hasta Sudán, donde los esperaban los aviones israelíes. Por suerte, a nosotros nos llevaron directamente desde el aeropuerto de la capital de Etiopía, Adís Abeba.

Llegamos a Israel y pasamos nuestros primeros cuatro años en las casas rodantes destinadas a los inmigrantes. Allí, estudiamos hebreo y aprendimos sobre la nueva nación en la que vivíamos. Nos concedieron todo tipo de beneficios como nuevos inmigrantes, y al cuarto año en el país mi madre pudo comprarnos un pequeño apartamento.

Ella nunca llegó a vivir en ese apartamento; murió repentinamente, y nos quedamos sin nadie. Como hermano mayor, me encargué de cuidar de mis dos hermanos menores.

El más grande de ellos ya era un adulto, pero tenía epilepsia y solía sufrir ataques que le provocaban terribles caídas o quemaduras al cocinar.

Mi hermano menor aún estaba en edad escolar cuando murió nuestra madre. Era el más cercano a ella y se lo tomó muy mal: se negaba a estudiar e incluso a salir de su habitación. Nunca terminó la escuela y, apenas cumplió los dieciocho años, se marchó para volver a Etiopía.

Etiopía no permite la doble nacionalidad, así que cuando hicimos la Aliyá (inmigramos a Israel), renunciamos a nuestros pasaportes etíopes. Por lo tanto, mi hermano regresó allí con una visa de turista y solo podía hacer trabajos esporádicos. Durante casi una década, le envié algo de dinero todos los meses, pero finalmente lo convencí de que tenía que volver a casa, a Israel.

Yo estaba muy ocupado pagando la hipoteca del apartamento de mi madre y cuidando de mi otro hermano. Así que, cuando mi hermano menor finalmente aceptó volver a Israel, pedí un préstamo para conseguir un boleto de ida y vuelta para mí y otro de vuelta para él.

Cuando llegamos al aeropuerto de Adís Abeba para volar de regreso al país, lo detuvieron por superar el tiempo estipulado en su visa de turista. Pasamos otra semana en Etiopía pagando multas y arreglando sus papeles, y finalmente llegamos a nuestro hogar en Israel.

Confiando en que mi hermano menor estaba feliz de volver a instalarse en el país, hice un viaje a EE.UU. Quería intentar conseguir la visa estadounidense, trabajar un poco y ahorrar algo de dinero para poder volver a Israel, encontrar una novia y sentar cabeza. A los seis meses de estar allí, comprendí que eso no iba a suceder y regresé a Israel. Mi hermano menor se había comprometido a pagar mis préstamos mientras yo no estaba. No obstante, cuando regresé, descubrí que no lo había hecho. No solo esto, los dos bancos que me los habían otorgado, los habían enviado a la agencia de cobros del gobierno.

I tried to explain the circumstances, but the judge ruled against me. The ruling added all sorts of fines and interest which then caused the debt to balloon to five times what it had been originally. I had to pay hundreds of dollars each month for a total of seven years, and still it didn’t even cover the interest, so the debt only grew.

Intenté explicarles la situación, pero el juez falló en mi contra. La sentencia sumó todo tipo de multas e intereses, lo que hizo que la deuda se multiplicara por cinco. Tuve que pagar cientos de dólares cada mes durante un total de siete años, y aun así no cubría ni los intereses, por lo que la deuda no hizo más que crecer.

Finalmente, un amigo me habló de IStandwithIsrael. Me puse en contacto con alguien de su equipo y le expliqué lo que me sucedía. Evitó por completo a la agencia de cobros y se dirigió directamente a uno de los bancos implicados, con el que negoció una reducción de la deuda. Accedieron por fin a rebajar el importe hasta el monto original del préstamo, pero dijeron que la oferta únicamente sería válida durante una semana. ¡Una semana! Fue la mejor y peor noticia que pude recibir. ¡Una luz al final del túnel! Sin embargo, ¿cómo iba a conseguir ese dinero en una semana?

El comité de IStandwithIsrael convocó una reunión de urgencia y aprobó pagarle el total al banco. Es como despertar a una nueva vida. Una vida en la que ahora puedo comenzar a construir algo en lugar de apenas subsistir. Decir que doy gracias a Dios por ustedes parece una forma insuficiente de expresarlo, pero son las únicas palabras que tengo.


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