"¡Ayal, despierta!" Mis súplicas y sacudidas ni lo inmutaron hasta que se escuchó la primera explosión. Al instante, Ayal salió corriendo de su cama directo al cuarto de Shani, ya que era la habitación que habíamos designado como la «habitación segura», y se colocó su máscara antigás y traje de protección. Como hacía bastante que habíamos sellado la única ventana de la habitación, Ari solo debió cerrar la puerta y pegarle plástico en el marco. Entonces, los seis junto con nuestro perro, nos quedamos sentados a la espera de recibir instrucciones a través de la radio o de la televisión en caso de ataque.