Del Líbano al desierto israelí del Néguev
Seis historias de 
Para Aya, llevar adelante una tienda de ropa nunca fue tan solo un negocio; era su ministerio. «Me esfuerzo por compartir sobre Yeshúa con los clientes. También tengo una sección en mi tienda de libros acerca del Señor que los clientes pueden llevarse a casa para leer y luego venir a cambiarlos por otro».
Joice
Joice tenía menos de un año cuando sus padres huyeron del Líbano y se asentaron en Israel. Su familia fue una de las cientos a las que nuestro país les permitió establecerse en las mesetas del Golán cuando las FDI se retiraron de forma repentina del Líbano en el año 2000. Al formar parte del Ejército Libanés del Sur, habían sido aliados militares de Israel. El cambio de cultura no fue fácil, pero la alternativa era que el grupo militante Hezbolá los capturara y torturara.
Un año y medio atrás, cuando Israel atravesaba un invierno especialmente lluvioso, una intensa tormenta derribó muchos árboles en las mesetas del Golán. Joice, que tenía como pasatiempo recolectar leña para su chimenea, salió con su padre a cortar algunos de los ejemplares que se habían caído. Su coche era pequeño, así que se llevaron una parte a casa y luego volvieron por el resto. Sin embargo, cuando regresaron a buscar lo que quedaba de leña, alguien más la había tomado.
Su padre dijo que conocía a un sujeto de nombre David al que también le gustaba recolectar leña para su hogar, por lo que se dirigieron a su casa y, efectivamente, descubrieron el faltante todavía en el vehículo del hombre. Cuando le preguntaron, él no solo se disculpó por el malentendido, sino que entregó toda esa leña en casa de Joice y hasta aportó algo de la suya. Luego, se sentaron a tomar un café y David les compartió su historia. Era un judío mesiánico, y había otros como él en la zona. Joice, que se había criado como católico maronita nominal, se quedó sorprendido e intrigado al oír que un judío creía en Yeshúa.
«No sabía que existía gente así», explicó Joice cuando trató de describir el encuentro con los miembros judíos mesiánicos de la congregación de David. A los pocos meses de asistir y aprender sus creencias, entregó su vida al Rey de los Judíos. «Al ir creciendo, nunca sufrí discriminación por ser un árabe que vivía entre judíos. Siempre me sentí cómodo en mi escuela y en mi comunidad, aunque nunca tuve un sentimiento de pertenencia tan fuerte como en mi congregación. Disfrutamos saliendo juntos durante la semana y nos esforzamos por dar testimonio a la gente dondequiera que vayamos».
Joice conoció y se enamoró por primera vez de la ciencia avanzada en el colegio secundario. Soñaba con obtener un doctorado en física y biotecnología, pero la universidad más cercana estaba muy lejos. Sin desanimarse, presentó su solicitud y fue aceptada en el programa de biotecnología de premedicina. Según sus propias palabras: «Hacía dedo para llegar a la universidad todos los días, pero a menudo llegaba tarde y sudada de tanto correr. Luego, me las ingeniaba para compatibilizar las tareas universitarias con mi trabajo. Era mucho para afrontar: ya estaba bastante avanzada en el máster, pero me faltaban años de estudio si quería conseguir el doctorado, y no sabía cuánto tiempo más podría mantener ese ritmo».
“Le pregunté a mi pastor si conocía alguna organización que ayudara a los creyentes y me habló de . El donativo de ISWI me ha ayudado a concentrarme en mis estudios sin las distracciones de preguntarme de dónde provendrá mi próxima comida o el transporte a la universidad. No sé si “gracias” es lo suficientemente rotundo. Israel es grande en el campo de la I+D, en el que me interesa especializarme. ¿Quién sabe qué cosas puedo descubrir si es la voluntad de Dios? Pongo Sus sueños en primer lugar y espero que Su deseo sea que descubra en ellos cosas que mejoren la vida de la gente».

Children’s Village
¿Son nuevos?¿Nos los dejarán?, preguntaron los niños con el más absoluto asombro en la mirada. Les habíamos llevado juegos de mesa, docenas de nuestros favoritos, con el fin de que hubiera suficientes para los doscientos ochenta niños huérfanos y en situación de riesgo que vivían allí. Estaban eufóricos. Era como si les hubiésemos regalado ordenadores o calzado Nike.
Si bien contribuye a fortalecer a los creyentes de diversas maneras, proteger a las viudas y a los huérfanos es la razón principal por la que se creó ISWI. Por eso, siempre buscamos oportunidades para servir a los más desamparados en Israel. Así fue que cuando las visitas al hospital quedaron descartadas debido a las restricciones por COVID, encontramos la organización Children’s Village que aceptó con los brazos abiertos nuestras visitas grupales.
Esta organización se creó en 1943 para ayudar a cuidar a los niños que habían sido separados de sus familias o quedado huérfanos durante el Holocausto. Desde entonces, se ha ampliado, e incorporó un refugio de emergencia para mujeres, un centro de ayuda para casos de crisis de chicas adolescentes, un centro de asesoramiento para familias en riesgo y una docena de hogares familiares que pueden ofrecer atención personalizada a algunos de los casos más difíciles.
La primera vez que fuimos, el director nos dijo que, por el COVID y los confinamientos, los niños no habían recibido visitas en más de un año. Nuestro equipo, que había ido a pasar algo de tiempo y así transmitir un poco de alegría, volvió entusiasmado y desconsolado a la vez. La mayoría de los niños están allí por orden judicial, después de haber sido sacados de hogares en los que eran descuidados por madres drogadictas, maltratados por padres alcohólicos y hasta torturados por sus propios padres. Fuimos a darles amor y ellos nos devolvieron mucho más amor, en gran parte gracias a los comprometidos cuidadores que han convertido en su misión de vida el cuidar y recuperar la salud de esos jóvenes corazones heridos.
A pesar del dolor, las historias de éxito que surgen de este lugar son increíblemente alentadoras. Children’s Village se enorgullece de tener una lista de miles de graduados que han pasado a tener vidas saludables y exitosas, como enfermeras, médicos, profesores y directivos de empresas. Hace poco, se graduó un niño etíope que ahora estudia derecho en la universidad. Tampoco es raro que los graduados vuelvan a trabajar en la organización con el objeto de ayudar a sanar a la siguiente generación de niños abandonados.
«Si no me hubieran traído a este hogar de niños, esta entrevista la estaríamos haciendo en algún callejón oscuro. En cambio, terminé la secundaria, aprendí a tocar un instrumento a la perfección y me aceptaron en la prestigiosa orquesta de las FDI», compartió con nosotros Gabi, que también se graduó hace muy poco.
Para los niños, disfrutar un tiempo de calidad suele ser más valioso que el dinero. Por eso, no nos limitamos a dejar los juegos de mesa, sino que también nos pasamos el día jugando al fútbol y al juego Los Colonos de Catán. Como suele suceder, sentimos que nosotros recibimos más de ellos que ellos de nosotros; y estamos agradecidos por la invitación abierta para que continuemos siendo parte de la protección de los huérfanos de una manera práctica, tal como el Señor nos indicó.

Aya
Aya y Vasily ya estaban casados y tenían un hijo apenas adolescente cuando llegaron a Israel hace diecinueve años. En Letonia, Aya trabajaba en el sector de la moda; Vasily, ingeniero militar de aviación, dirigía su propia empresa de publicidad. Sin embargo, la aliyá hace que todo el mundo empiece de cero. Entonces, durante sus primeros años en Israel, ella se dedicó a aprender hebreo y a limpiar casas a fin de pagar las facturas. Esos primeros años fueron difíciles por más de un motivo, pero una y otra vez la pareja fue testigo de la mano rectora del Señor en sus vidas.
Sus sueños para el futuro incluían tener su propio negocio, además de que deseaban tener otro hijo. No obstante, con su hijo único, de poco menos de veinte años, algunos sueños no eran realistas. A no ser que Dios sea tu Dios y pueda hacer lo que quiera, que en este caso era darles un hijo que nacería cinco años después de que ellos pisaran la tierra prometida.
Tras más de una década de estudiar hebreo y realizar trabajos esporádicos, cuando Vasily consiguió un empleo en una fábrica de pegamento de alta tecnología, Aya se armó de valor y dio el gran paso de abrir una tienda de ropa. Una tienda derivó en otra nueva, y las cosas iban bien. «Empezamos en Israel sin nada, así que pedimos un préstamo para abrir la tienda y lo fuimos pagando según lo previsto. Incluso nos sobró suficiente dinero para cubrir las clases de música e inglés de nuestro hijo». Ella oyó hablar del programa Music Making for Kids de Maoz a través de un amigo, pero no pensó en solicitarlo en ese momento. «Teníamos suficiente dinero para las clases y no quería que nuestro hijo ocupara el lugar de otro niño que realmente lo necesitaba», explicó.
Para ella, llevar adelante una tienda de ropa nunca fue tan solo un negocio; era su ministerio. «Me esfuerzo por compartir sobre Yeshúa con los clientes. También tengo una sección en mi tienda de libros acerca del Señor que los clientes pueden llevarse a casa para leer y luego venir a cambiarlos por otro».
A finales de 2019, Aya tendría que tomar una difícil decisión. Una de sus tiendas estaba en un centro comercial y tenía problemas porque una tienda cercana vendía ropa casi idéntica. En ese momento, la resolución de cerrar fue dolorosa. No obstante, en retrospectiva, el cierre de esa tienda ayudaría a salvar la otra. Es que unos meses después, cuando llegó el COVID, los centros comerciales estuvieron cerrados mucho más tiempo que las tiendas normales. Mantener dos tiendas durante este tiempo podría haber colapsado todo el negocio.
Aun así, su tienda se vio muy perjudicada cuando los confinamientos paralizaron el mercado. Acababa de recibir su colección de primavera y había firmado cheques por decenas de miles de dólares con el compromiso de que tendría ganancias para cuando vencieran las facturas; ni siquiera tuvo la oportunidad de vender algo.
Cuando se permitió la reapertura de las tiendas, había llegado el otoño, y a nadie le interesaba la ropa de primavera. Decididos a salvar su negocio, Aya y Vasily pidieron un préstamo para cubrir los pagos pendientes. Vendieron lo que pudieron a pérdida, pero sobre todo regalaron la ropa a cualquiera que la aceptara.
Al pasar el tiempo, los comercios reabrieron, y Aya pidió nuevas prendas, pero las facturas que se habían acumulado eran asfixiantes. aprobó saldar sus deudas para que pudieran hacer funcionar su tienda (y su ministerio) desde un lugar de fortaleza y así poder continuar con la educación musical y de inglés de su hijo. «Él está mejorando cada día más en música y ahora logró calificar para un programa de inglés especializado. En cuanto a mí, el siguiente paso en mi negocio ¡será ampliar el espacio de mi tienda dedicado a los libros que reparto sobre mi Dios de los milagros!».

El programa Music Making for Kids
Si lo tomas en el sentido literal, el programa Music Making for Kids puede parecer un poco simple. Maoz les otorga becas de música a niños aplicados con la esperanza de que más niños creyentes tengan la oportunidad de llegar a destacarse en un instrumento que les ayude a adorar a Dios. Sin embargo, la realidad es que, cuando a los creyentes se los instruye para cumplir los sueños que Dios les brindó, es natural verlos dar frutos para el Reino. Cada año, Maoz beca a unos sesenta niños de todo el país con el fin de que se formen musicalmente en manos de los profesores más calificados de su zona.
En el plano musical, estamos satisfechos con los resultados. El programa Music Making for Kids, que lleva 10 años en curso, ha conseguido que muchos de los niños (que ahora son adolescentes) formen parte de equipos de adoración, orquestas e incluso compitan (¡y ganen!) en concursos internacionales. Con todo, lo que más nos entusiasma es el impacto espiritual de estos niños y sus familias. Los profesores de música han sido llevados al Señor a través de este programa, y las puertas del mismísimo mundo de la música secular se han abierto a quienes se están formando para convertirse en levitas modernos.
Formar un ejército de adoradores requiere tiempo, paciencia y mucho entrenamiento, pero los estamos preparando para luchar por el Señor. Si no son capacitados para usar sus talentos para el Señor, podrían terminar desperdiciando sus talentos en el mundo.
Los soldados de las FDI
La operación militar de este año fue Watchman on the Walls (Centinela de las Murallas). En Maoz, no solo nos mantuvimos al día de lo que ocurría para saber cuándo bajar a nuestros refugios antibombas, sino que teníamos miembros del personal e hijos del personal de las FDI que estaban en el frente luchando contra el grupo militante Hamás.
Entre las súplicas de oración que nos enviaron nuestros soldados durante la operación había una en particular por la gente de Gaza. Es una situación difícil cuando, como creyente, sientes amor por la gente como creación de Dios, pero luchas contra un peligroso enemigo que se esconde entre esa misma gente. Incluso en su estado de peligro, a los israelíes les cuesta mucho la idea de defender su patria a costa de quitar vidas ajenas para lograrlo. Muchos vuelven a casa con un trastorno de estrés postraumático, y sufren durante muchos años después las consecuencias de esa terrible decisión. Se dice que la exprimera ministra Golda Meir se lamentó una vez: «Algún día, cuando logremos la paz, podremos perdonarlos por matar a nuestros hijos, pero jamás los perdonaremos por obligarnos a matar a los suyos».
La operación terminó en unas pocas semanas, pero cada día parecía una eternidad. Si bien hubo muchas cosas que no pudieron contarnos hasta que se acabó, una vez que estuvieron a salvo en casa, pudimos hacernos una mejor idea de su experiencia (excluyendo la información confidencial que no se les permitía compartir, por supuesto). Aunque no se involucra en ninguna actividad militar, sabemos que los soldados de las FDI son personas con necesidades básicas como cualquiera de nosotros. La mayoría de los soldados que luchan contra los terroristas del grupo militante Hamás tiene menos de veinte años. Entre las fascinantes historias de guerra que compartieron, una narraba que cuando volvían a sus bases después de las misiones, no tenían ningún lugar donde sentarse y descansar. Los afortunados podían reclamar las pocas sillas de plástico que había por ahí; los demás debían conformarse con mantas en el suelo, cubiertas de polvo del desierto.
Por lo que a nosotros respecta, no era así como queríamos que se recibiera al volver del campo de batalla a los hombres y mujeres que acababan de destruir lanzacohetes que apuntaban a nuestras casas. Llamamos al fabricante, negociamos y pedimos todo el mobiliario para áreas de descanso que nuestro presupuesto nos permitió.
A veces, ser capaz de descansar bien puede ser tan crítico para hacer un buen trabajo como el entrenamiento adecuado.
Así que, no solo financiamos dicho mobiliario, sino que también patrocinamos días especiales de descanso fuera de la base. Brindar «descanso» entre misiones nos pareció una forma insuficiente de apoyar a nuestras tropas, pero los soldados no podían sentirse más agradecidos. Nos enviaron miles de fotos y videos de su tiempo libre (solo podemos compartir algunos) y en cada banco colocaron una placa para que los soldados israelíes (muchos de los cuales han oído hablar de ) supieran que están siendo atendidos por los amantes de Israel de todo el mundo.